Prejubilaciones año 2000
Anda el gobierno de la nación un poco mosca con esta moda de jubilar a la gente con menos edad de la que dicen que es normal, y que de acuerdo con las leyes toca a los 65 años, que es, mas o menos, el momento en que hasta los más desdichados pueden acogerse a ese derecho. Yo creo que fuimos nosotros, los trabajadores del sector financiero, quienes inauguramos esa posibilidad de mandar a los jefes a tomar por donde amargan los pepinos y de paso a los clientes, que también tienen lo suyo.
Gracias a esta posibilidad de olvidar los madrugones, los presupuestos, los objetivos, el EURIBOR, el IBEX-35, el NIKKEI, el NASDAQ, la reactivación económica y las tensiones inflacionistas, de un día para otro algunos dejan de ser, entre otras cosas, asesores de bolsa para formar parte del servicio secreto de información de la competencia o convertirse en corredores de bolsa, todo un clásico, que es lo que hacen muchos jubilados cuando empiezan su nueva vida: ir de un lado para otro con la bolsa de la compra, “corriendo” de Carrefour a Hipercor, de Hipercor a Eroski, siempre en busca de las mejores ofertas de leche semidesnatada, sardinillas en aceite light, pan sin colesterol y cosas así.
Pero ahora resulta que lo de las prejubilaciones ya no está tan de moda porque dice el gobierno que hay que trabajar más y dejarse de zarandajas, hasta el punto de que incluso ya hablan de alargar el tiempo de vida laboral útil hasta los 70 años, una edad en la que viajar de Valladolid a Benidorm, a Marbella o a San Pedro del Pinatar, sin tener que pararse a mear dos o tres veces durante el trayecto, es una auténtica hazaña. ¿Pero por qué se ha puesto así de tozudo el gobierno?. Bueno, aunque ellos dicen que estas cosas se plantean para ahorrar costes, yo creo que no y estoy convencido de que lo hacen porque tienen envidia de quienes, como vosotros, podéis empezar una nueva vida con las fuerzas suficientes para hacer que al mear logréis que todavía crezca el musgo en la pared, en lugar de en los zapatos.
La envidia de los políticos es porque ellos jamás se jubilan; todos aguantan hasta el final y no sentirían remordimientos si tuvieran que morir con las botas puestas, pero es que el servicio a la Patria tiene esa servidumbre. Porque, a ver: ¿cuánto senador, diputado, parlamentario o concejal entrega voluntariamente la cuchara sin haber derramado hasta la última gota de su sangre?. Si hay alguien entre nosotros que conozca a alguno, por favor que se calle, mayormente para que no me descuadre este espiche.
O sea y resumiendo: que esto de jubilarse a una edad en la que todavía uno tiene ganas de juerga (y ya sabéis a qué clase de juerga me refiero …) se está poniendo cada vez más chungo, hasta el punto de que igual tenemos que volver a las barricadas, sólo que esta vez para pedir descanso en lugar de pedir trabajo. En esa pelea, si es que se produce, siempre contaréis conmigo, que ya empiezo a estar harto de pedir que mejoren las condiciones laborales cuando lo que realmente me pide el cuerpo es que mejoren las de ocio.
Estad seguros de que no es sólo el gobierno el que os tiene envidia, sino muchos de cuantos estamos hoy aquí, incluyéndome a mí mismo, que gustosamente aceptaba este homenaje. No creo que a la mayoría de nosotros (acostumbrados a pedir un puesto de trabajo en lugar de unas vacaciones permanentes) nos importara convertirnos en “corredores” y “controladores” de la marcha de las obras públicas que, en este momento en Valladolid, hay para aburrir.
Dicen que a algunos jubilados les entra una especie de depresión ante su nueva vida, aunque también aseguran que es cosa pasajera. Yo pido fervientemente que no os pase a ninguno de vosotros; pero si la cosa sucediera os ofrezco una solución: cuando os dé morriña la “oficiña”, me llamáis: yo me encargo de vigilar las obras y vosotros aguantáis al director, al subdirector, etc., etc., por cierto, que también tenemos etcéteras para aburrir.
Ya termino, no sin antes recordaros que jubilación proviene del latín “iubilare”, que significa algo así como “lanzar gritos de júbilo”, y júbilo es sinónimo de contento, de satisfacción, de alegría. Y la alegría…..que no falte!